La redefinición del problema consiste en cambiar la percepción de un problema de manera que se entienda en el contexto de las interacciones y relaciones familiares. En lugar de ver el problema como un defecto individual o una patología personal, se le considera una manifestación de las dinámicas sistémicas de la familia.
Por ejemplo, si un adolescente presenta síntomas de depresión, la redefinición del problema podría implicar verlo no solo como un problema del adolescente, sino como una señal de tensiones, conflictos o patrones de comunicación disfuncionales dentro de la familia.
Despatologizar al Individuo: Al entender el problema como parte de una dinámica familiar, se evita culpar o patologizar a un solo miembro, lo que puede reducir la resistencia y el estigma.
Promover la Comprensión Sistémica: Fomenta una comprensión más amplia y profunda de cómo las interacciones familiares contribuyen al problema.
Facilitar el Cambio: Al cambiar la perspectiva, se abren nuevas posibilidades para la intervención y la solución del problema, involucrando a toda la familia en el proceso de cambio.
Reenmarcar: Cambiar la interpretación de un comportamiento o síntoma para verlo en un contexto más positivo o neutral. Por ejemplo, ver la rebeldía de un adolescente como una búsqueda de autonomía en lugar de simple desobediencia.
Circularidad: Preguntar sobre las interacciones y efectos recíprocos entre los miembros de la familia para entender cómo cada uno contribuye y es afectado por el problema. Por ejemplo, preguntar cómo la preocupación de los padres puede influir en la ansiedad del hijo y viceversa.
Narrativas: Explorar y modificar las historias que la familia se cuenta a sí misma sobre el problema. Cambiar la narrativa de “Juan es el problemático” a “Estamos enfrentando una situación que afecta a todos” puede transformar la manera en que la familia aborda el problema.
Un niño con problemas de conducta en la escuela puede ser redefinido como un reflejo de la tensión entre los padres. Al abordar la relación parental, se puede mejorar el comportamiento del niño.
La depresión de un miembro puede ser vista como una señal de la falta de comunicación y apoyo emocional dentro de la familia. Trabajando en mejorar la comunicación y el apoyo mutuo, se puede aliviar la depresión.
En lugar de ver los conflictos entre la pareja como el problema central, se puede redefinir como un síntoma de roles y expectativas no alineadas, permitiendo trabajar en la renegociación de estos roles.
La redefinición del problema es una herramienta poderosa en la terapia familiar sistémica. Al cambiar la forma en que se perciben y entienden los problemas, se pueden abrir nuevas vías para la solución y la sanación. Este enfoque no solo ayuda a aliviar los síntomas, sino que también fortalece las relaciones y mejora la dinámica familiar en su totalidad. La redefinición del problema fomenta una visión más compasiva y colaborativa, permitiendo a las familias trabajar juntas para crear un entorno más saludable y armonioso.